Paradojas de la moderna vida ibérica: mientras faltan sólo unas semanas para que entre en vigor una nueva ley anti-tabaco que prohibirá fumar hasta bajo el agua, los que se arrogan el derecho a pensar por nosotros nos ahogan con sucesivas cortinas de humo. Fumadores pasivos de esos puros mediáticos (o como coño se diga), tenemos que tragar. “Porque si no tragas te pones en contra a las corrientes de opinión pre-cocinada y ya sabes cómo te puede ir”. Así me lo han dicho unos cuántos en estos días.
Pues no trago.
Esta vez no.
El escándalo montado en torno a una frase contenida en un libro en el que Fernando Sánchez Dragó y Albert Boadella narraban batallitas, se aviva artificialmente con peticiones para que intervenga el Defensor del Menor, y a este paso acabarán solicitando castración o cosas peores (si es que existen), en nombre de una supuesta protección de la infancia.
Se marea la perdiz (¿cómo sabrá una perdiz mareada, debo escribirle a Ferrán Adriá, que seguro que lo probado en su laboratorio) para que no pensemos en lo que se viene, en lo que ya está aquí, en el hecho de que ni los que están ni los que quieren estar tienen la menor idea de los pasos a seguir para sacarnos de la crisis.
No hace mucho, cuando el garrulo del alcalde de Valladolid dijo lo que dijo sobre Leire Pajín, tuvo su justo merecido…, durante los dos primeros días. El resto, todo lo que siguió y sigue, es cortina de humo. Como lo de los apellidos y el lugar de colocación, en un país en el que siguen muriendo mujeres según la asquerosa costumbre de la maté porque era mía. Como lo que se inventarán unos y otros pasado mañana, cuando ya no se pueda seguir ordeñando la teta del “caso Dragó” (es una metáfora, pobre pero metáfora, ¿eh?); como todos esos fueguitos de madera mojada que se encienden para distraernos de la aterradora verdad: aquí, si nos descuidamos, teminará gobernando Belén Esteban, si es que no gobierna ya, en cierto modo.
¿Quiere esto decir que estoy a favor de la descalificación machista de ministras o de las relaciones sexuales con menores de edad? Pues no, no estoy a favor, pero si achinamos los ojos y miramos entre el humo, veremos a un puñado de tecnócratas que consultan el manual sobre El arte de esquilar ovejas, mientras van echando leña verde al fuego de la tontería general.
Y en el caso de Sánchez Dragó, detrás de los vendedores de humo, los cazadores de brujas recargan sus mecheros.
El escritor ya ha declarado que lo que dice en el libro no ocurrió, que se dejó llevar por el calor de la charla y por el juego con Boadella a ver quién tenía la vida más larga y más golfa. De alguna manera se buscó el primer escándalo (ya sabes en qué país vives, Fernando), aunque los supuestos hechos ocurrieran en 1967. Pero lo que ha seguido después es humo de otra hoguera, que tiene como combustible esa profunda vocación futbolera con que entendemos la política.
Hay mucha gente a la que el escritor le cae mal, porque no sabe pasar inadvertido ni callarse la boca.
También hay mucha gente a la que le cae bien, por los mismos motivos.
Ambos grupos merecen mis respetos. A los que no entiendo es a los autómatas del pensamiento, que gritan a favor o en contra según su color (¿?) político, porque sospecho que si el protagonista del follón hubiera sido otro, otra sería su reacción.
Lo que aquí se cuestiona es la libertad para fabular, decir y, si me apuran, pensar lo que a uno le salga de las meninges. Muchas de las grandes obras de la literatura no podrían escribirse hoy sin exponerse el autor a la pública lapidación a cargo de l@s adalides y adalidas de la corrección política, l@s mism@s que miran hacia otro lado cuando escuchan gritos en la casa del vecino. En Facebook y otras hamburgueserías del pensamiento se multiplican los grupos y las quejas sobre una trola literaria de un escritor que desayuna cada mañana con la controversia, mientras hace unos mese Save the Children informaba que los españoles estamos en el Top Ten del turismo sexual con menores. Y eso ocurre en 2010, no en una anécdota ficticia fechada hace 43 años.
En la actualidad, el leñador que se carga al lobo en Caperucita roja sería acusado de brutalidad con los animales, Alí Babá denunciado por los cuarenta ladrones por escuchas ilegales (remember Garzón), y el tal Héctor Oliveira, jugador de Rayuela, iría al talego por omisión de socorro en París para con un niño llamado Rocamadour.
Y más de uno aplaudiría esas medidas ejemplares, comentando que ya era hora de que alguien pusiera freno a esos modernos bufones, los escritores; para luego proponer el empalamiento del vecino de 4º izquierda, por no reciclar correctamente la basura. Y es que, como revela el estribillo de una canción del grupo argentino Bersuit Bergarabat, “no hay nada menos ecológico que un infeliz”.
En fin, que siga el circo.
Y mientras tanto, los cazadores de brujas afilan sus estacas.
Porque después de los brujos, llegará el turno de las ovejas.
Carlos Salem
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