sábado, 10 de enero de 2009

Carta abierta a Lorenzo Lunar




(Leída el viernes 9 de enero en la sección Matar y guardar la ropa del programa La cuadratura del Círculo,Radio Círculo de Bellas Artes. En breve, el audio, pero con lo mal que leo y la voz que tengo, ahí va el texto)





Querido gordo:


Te debía esta carta desde el primer viernes en que logré engañar al director de un programa de radio y lo convencí de que yo era un escritor serio y con cosas interesantes que contar sobre la novela negra. Y creo que si lo engañé fue porque no conoce a mis amigos. Te debía esta carta, también, porque la distancia y la cercanía (tú estas en tu querida Santa Clara cubana y yo en este Madrid que nieva incertidumbres, pero me parece que estuviéramos todavía en el Cubanísimo de Ggijón, bailando tú hasta con las sillas y sobrellevando yo esta condicion de abstemio temporal que ya dura demasiado); la distancia y la cercanía, decía, engañan y provocan olvidos. Y el mío, con un micrófono a mano para hablar del género policial, no tiene perdón.
Al comenzar el 2008, aún no te había leído, pese a las alentadoras críticas que sobre tus novelas habían escrito gentes en las que confío. Mis viejos problemas con el tiempo, ya sabes; siempre creo que el tiempo es algo que le ocurre a los demás. Tal vez por eso omití decir desde esta antena algo claro y terminante, tan obvio para mí que acaso por eso no tuve urgencia en decirlo: que junto con las de Leonardo Oyola, tus novelas son lo más potente que he leído en mucho tiempo, que renuevan el género sin negarlo, y que son literatura con una ele así de grande, y al que no leguste, que se joda.

Sobra decir que este comentario no se debe a la amistad en ninguno de los dos casos. Y si tú fueras una mulata en flor y Oyola una porteña de esas que hacen enrojecer a los buzones, se sospecharían otros motivos. Pero por suerte los dos sois feos y tíos, con lo que quedo libre de sospechas. Pero ya hablé de Leo en otra carta, y esta te la debía a ti y a otro Leo, tú Leo Marín, policía poco menos que a la fuerza en un barrio marginal de santa clara, que, me temo, serán casi todos.

Confienso, sin rubor, que antes de leerte a ti y a Amir Valle, había pillado cierta desconfianza hacia las novelas de autores cubanos, porque como hicieron muchos argentinos en su día, me parecía que sólo tenían un tema y los demás quedan de lado. Pero fue abrir “Que en vez de infierno encuentres gloria”, una noche en Gijón, el pasado mes de julio, y no parar hasta la última página y desear salir corriendo al amanecer a comprar otro libro tuyo. Tal vez porque en vez de explotar la situación cubana, la muestras y la narras, que es lo que se supone que debemos hacer los escritores: tal vez porque tu Santa Clara es mucho más real que tantas habanas que se me antojan escritas para consumo externo: o porque en tus obras pude hallar las pistas para entender el desgarro al que se someten los que se marchan de la isla; tal vez porque los personajes no son arquetipos ni maniquies, sino gente de carne y tinta; y el barrio, ese barrio-monstruo y querido, ese enemigo que uno lleva consigo en cada paso, es el protagonista de tus libros y atrapa también al lector, como tiene atrapados a sus habitantes.

Traté de conjurar el embrujo leyendo “La vida es un tango”, segunda novela de la serie de Leo marín, y admito que le busqué defectos, pero acabé encerrado otra vez en la trampa perfecta de un texto que te mete dentro y ya no te suela. Y como dicen que a la tercera va la vencida, lo intenté de nuevo con “Usted es la culpable”, con los mismos personajes y escenarios, a los que se suma un supuesto escritor-rapero que, casualmente se llama Lorenzo Lunar.
Y sigo jodido, esperando nuevas entregas.
Total, Lorenzo, que todo esto ya lo sabías, pero no puedo evitar indignarme cuando me asomo a una librería (para espiar si se venden mis libros, claro), y veo a la gente cargar con mamotretos precocinados según la receta de los chefs del marketing, que en su puta vida entenderán ni al barrio ni a los que leemos novelas negras buscando entre los muertos un rastro de la verdadera vida.
Y cuando veo que alguien hojea un Lorenzo Lunar y se lo lleva, lo celebro tanto o más que si fuera uno mío. Porque sé que ese lector, que acaso mira el genero con desconfianza porque no lo conoce o le han vendido gato por liebre, desde la segunda página se volverá un fanático y buscará- casi siempre en vano- en todo lo que lleve la etiqueta policial, lo mismo que halló en tus libros.
Ojalá que el 2009 nos traiga más textos tuyos, para recordar lo que queríamos leer y lo que queríamos escribir.
Sé que vives en una isla, lorenzo, y en una ciudad que es tambien una isla dentro de la isla, pero tú eres un continente en ti mismo, querido gordo, y no lo digo por el peso de las básculas, sino por el peso de tu literatura.
Y como decía el filósofo: al que no le guste,que se joda
atentamente
Carlos Salem

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